Silencio, expectación y de pronto
empezó a entenorarse por enésima vez aquella música tan conocida, tan ensayada,
la misma que tenía que dejar fluir por el riego sanguíneo de cada una de las
venas de su ser. Después de un aliento contenido y unos nervios enjaulados en
los tejidos de la piel, las notas que seguían su caída en cascada dulcificando
el silencio de los ojos azarosos que a ella querían ver, la música contorneaba
su cuerpo por última vez. Entregándose en cuerpo y alma alrededor todo se
convirtió en una mezcla de color, cuando la última nota sonaba cualquier atisbo
de magia desapareció.