Los colores se entrelazaban en el
horizonte pintando un paisaje de tonos ocres, verdes y gris perfilados por el
blanco marfil de la espuma. Una piel con restos de arena y sal se dejaba querer
por las suaves caricias de los últimos rayos de sol que plegaban armas rindiéndose ante aquel extraño atardecer.
El silencio de una playa desierta se veía enturbiado por el romper de las olas
y un triste sollozo que aduras penas las lágrimas podía contener. Ocultando su
mirada bajo las sombras de su pamela, un paisaje borroso se dibujó ante su
mirada acrecentando la confusión. La luz se apagaba no solo trayendo
la noche a la playa sino también a su corazón.
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