Lo tenía todo, todo lo que se supone que debe ir acompañado
de la felicidad, pero no es así, no es verdad. Todo lo que tenía eran solo
atenciones fingidas, caricias que ni siquiera eran de verdad. El olor de las
flores de cerezo la envolvía en su fragancia brindándole un consuelo efímero,
tan efímero que tal vez tampoco era real.