Entre invitados de gala para despedir un año que mejor olvidar ella reprimía el llanto sin saber bien el por qué. Con la llegada de la medianoche el resonar de las campanadas resonó por cada rincón de la ciudad cubriendo las calles de una magia que los ojos no podían ver. Poco después botellas de champan fueron descorchadas para festejar el nacimiento de un nuevo año, uno en el que ella quería creer que se le brindaba la posibilidad de poder soñar y escribir una nueva historia pero esta vez con un bonito final.
Que este año la felicidad os pueda encontrar… si no habrá
que salir ahí fuera y buscarla. Feliz 2014.