La
suave brisa arrastraba con quietud las nubes temiendo quizá el poderlas dañar. Estas
no oponían resistencia y se dejaban llevar allá dónde le dulce soplo las quisiera
llevar. Muchos fueron los paisajes que desde las alturas pudieron divisar;
campos, bosques, mares, más fue una granja las que las consiguió cautivar. En
ella una hermosa joven las contemplaba al pasar con ojos que delataban un
triste pesar o nostalgia quizás. Las nubes parecieron detenerse pues la brisa
las dejo de empujar. Esta, primero acaricio la suave piel de la joven para después
con su cabello juguetear para intentando así sus ánimos levantar. Al no conseguir mejorías
un trozo de algodón en sus manos la brisa depositó para que el suave tacto rompiera la coraza
de su entristecido corazón. Pero por mucho que la brisa se empeñara su meta no
alcanzó así que tal como vino se marcho y consigo a las nubes se llevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario