Aquel
colibrí venido de lugares lejanos que ninguna imaginación podría atreverse a evocar,
entró en aquel jardín dispuesto a juguetear. Con la gracilidad y rapidez proporcionadas
por su diminuta y delicada figura, en el hombro de una dama de pensamiento
ausente se fue a posar. Tan risueño como era muy pronto perdió timidez y con el
largo collar de la joven la fue a emprender. Ella confiada se dejó hacer, pero
pronto aquel colibrí dejó atrás todo juego benévolo que a priori se podía prever.
El colibrí no dejaba de tirar del collar
y ella atónita por los hechos con las manos al ave quiso espantar para conseguirlo al final. Aquel acontecimiento había sido tan solo uno más, muchas
son las amenazas que se ocultan detrás de las apariencias inocuas y llenas de
bondad.
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