¿Donde
estaban? ¿Es que nadie la vendría a buscar? El viento agitaba las alas de la
incipiente noche que despertaba ya, mientras el sol se despedía con una
reverencia temeroso de lo que podía pasar. Dejando atrás la orilla para buscar
cobijo en el mar, una joven sin nombre entre las olas se puso a jugar, queriendo
así ahogar en las frías aguas la certeza amarga de que en tierra firme nada ni
nadie la esperaban ya. Con la sinuosidad de la blanca espuma su vestido se fue
a fundir, al igual que las ásperas lágrimas que no podía reprimir. Con terror
en la mirada volvió la vista atrás y tan solo halló lo que cabía esperar: la vacía
nada que sus hombros estaban cansados de cargar. La decisión estaba tomada, una
sonrisa que albergaba alegría afloró sin más, era el momento de marchar. Fue
tan fácil dejar arrastrarse al fondo del oscuro mar pues ¿Qué diferencia había?
En vida tan solo había estado rodeada por oscuridad. Nadie la echaría de menos,
ese fue el último pensamiento que su mente fue capaz de gestar. Entonces… ¡alguien
gritó su nombre! pero ella nunca lo pudo escuchar.
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