El color de su vida al igual que el de las calles se volvía
gris a causa del humo que atestaba el aire. Aquella fábrica que un día le prometía
prosperidad ahora le arrastraba hacia una vida vacua y descolorida, en el que la
rutina no permitía distinguir un día de otro pues todos eran semejantes. El ser consciente de ello solo atenazaba la opresión de su pecho ¿Mas
que podía hacer? Tan solo dejar arrastrarse hacia aquella tiniebla gris que se convertiría en su cárcel.
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