La negra
espesura de la noche pronto se vio amedrantada por las luces del Casino Royale
anunciando la hora de empezar a jugar. Damas y caballeros hacen sus apuestas a
ganar bañándose en esa vanidad que les hace sostener la firme creencia que la
suerte esta vez les sonreirá. Pero lo que ellos se empeñan en negar es que la
ruleta gira para todos por igual haciendo que unos pierdan mientras que son notros
los que se vanaglorian de un triunfo producto del azar. Aunque ¿no es así la
propia vida? Las decisiones son nuestras apuestas, el destino es esa ruleta que
no para de girar otorgando premios de manera desigual. Pero señoras y señores acuérdense que para ganar primero hay que apostar.
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