¿Un
espejo que siempre cuenta la verdad? Aquella era la pregunta que le rondaba la
cabeza así que sin más dilatación lo quiso comprobar. Un espejo extraño que a
sus manos quiso llegar, ahora aferrado por sus dedos no quería dejar de temblar.
Con la respiración entrecortada, y al igual que otras muchas vanidosas, sus
ojos se posaron desafiantes sobre la pulida superficie de cristal. La respuesta
obtenida no fue la esperada pues la imagen reflejada no era la de un rostro
delicado tal y como cabía esperar; era la de un monstruo deforme, el monstruo
sin escrúpulos que era de verdad.
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