El
murmullo del público pronto el silencio substituyó cuando las luces fueron
apagadas. Las cortinas del gran telón fueron abiertas, por fin daría inicio la
tan prometedora actuación. Conteniendo el aliento sobre el escenario ella hizo su
aparición para obrar tal y cómo todos esperaban; ganándose así los vítores y aplausos
que siempre recibía con una sonrisa tan brillante que al propio sol hacía sonrojar. El
telón volvía a cerrarse y su sonrisa dejó de brillar, la ilusión de llevar una
vida envidiable demasiado pesaba ya. En su vida el sol ya no brillaba, tan solo
había una densa niebla que le impedía avanzar, más eso era algo que su público debía
ignorar. El espectáculo debía continuar.
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