Dicen
que la calma siempre precede a la tempestad y aquella no iba a ser una excepción.
La dulce música que tan solo brinda el silencio y muy pocos saben apreciar, dejaría
paso a las notas estridentes que allanarían el camino al desenfreno y la diversión.
Rostros ocultos, amparados por el anonimato proporcionado por coloridas
mascaras, encontrarán el refugio para la desinhibición. Pero mientras unos estarán
preocupados por esconder su verdad bajo un disfraz, para ella será la noche en
la que por fin se despoje de tanta hipocresía para que la honestidad recupere
su autentico lugar. Las puertas de la sala se abren, el festejo está a punto de
comenzar.
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