Como
si de un gigante de piedra se tratara inmóvil se quedó al conocer la verdad ¿será
cierto eso de que las apariencias engañan? se llegó a preguntar. En sus ojos se
hallaba la respuesta pues la luces y sombras que estos albergaban delataban su
autentica personalidad. Detrás de buenas maneras fingidas se escondía un ser
irracional que muy poco podía hacer para poderse controlar. En su mente tan
solo un pensamiento, un pensamiento que lo atormentaba sin cesar; aquella frágil
hada de la que se tendría que alejar para no dañar. Una decisión fría, pero
necesaria, que encadenaba a ambos a un triste pesar.
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