viernes, 6 de septiembre de 2013

Esclava


 
Un aire torrencial levantó el vuelo alzando la fina tela de su vestido provocándole un escalofrío que le recorrió como si de un rayo se tratase la espina dorsal. Los malos augurios dejaron de ser  meras conjeturas para convertirse en una realidad tan patente que hacia palpitar la tensión del ambiente como si fuese un corazón agitado por la materialización de aquello que noche tras noche le atenazaba en pesadillas. Pero ella no sentía miedo, tan solo la calma, tan solo la quietud de aquel quien sabe que aquello tenía que pasar. El templo se lleno del silencio que pronto seria su eterno compañero, aquel con el que compartiría confidencias por la eternidad. Una luz cegadora lo invadió todo, después la sacerdotisa fue sumergió en la nada. Aquel era su castigo por haber no haber sucumbido a los deseos perversos de Príapo, el mismo que  tiempo atrás la agasajaba con regalos y dulces palabras mas ahora aparecía ante ella como la furia personificada anhelando la cruel venganza sin atisbo de compasión.  Condenada a ser su esclava durante los siglos venideros esperaría agazapada, como sumisa servidora, en su oscura prisión hasta hallar de nuevo la libertad negada mediante la daga de Hefesto clavada en el  negro corazón de su celador. Entonces seria ella la que no tuviera compasión por aquel que en su lecho de muerte rogaría su perdón.

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