domingo, 25 de agosto de 2013

Útlimo Latido

 
El fuego se propagó con tal rapidez por cada rincón de la fortaleza que poco pudieron hacer por todos los que allí habitaban pues a duras penas consiguieron escapar ellos mismos. El enemigo era más fuerte y les ganaba terreno a cada segundo que pasaba. Sin duda aquellos eran sus últimos instantes de vida; no perecerían entre el calor de las llamas pero si bajo el yugo de la espadas de los opresores. Ambos conscientes de la temible verdad se miraron a los ojos para encontrar en medio del dolor y el sufrimiento un remanso de paz, pero un fuerte estruendo y el asfixiante humo que entraba por sus pulmones borró toda sensación de sosiego. Caballos, portadores de jinetes ansiando sangre, galopaban directos a la pareja de amantes. Las pocas fuerzas que ambos albergaban no serian invertidas en oponer resistencia al trágico final, no. Con sus últimas fuerzas se perdieron en un abrazo que pronto se convirtió en un mar de caricias, fundiéndose el uno en el otro cual horizonte une agua y cielo, consiguiendo perder así la frontera que delimita una piel de otra para luego sucumbir en un beso voraz y apasionado dónde solo había cabida para el adiós. Un instante de  felicidad; otro instante de dolor y con un golpe de espada, asestada con más atino que fuerza por la mano del enemigo, dos riachuelos de sangre brotaron detrás de respiraciones agitadas mientras ambos corazones con el sonido de su último latido se brindaban mutua consuelo estando acompañado este por el susurro de unos labios que prometían amor eterno.

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