viernes, 2 de agosto de 2013

Espíritus de Ave Fénix


Sin tiempo ni siquiera para poder recuperara las fuerzas perdidas a causa de la batalla acaecida con el enemigo, escuchó como las tropas se acercaban con un sigilo que ellos creían perfeccionado pero que en realidad era demasiado tosco para unos oídos cómo los de ella, los cuales eran unos privilegiados capaces de escuchar a leguas de distancia el bombeo de la sangre de todo humano, animal o ser viviente. En aquellas condiciones no se veía con la capacitación suficiente para enfrascarse en una nueva lucha en la que tendría todas las de perder. Era irónico, pensó, pues la razón de tal persecución no era otra que darle caza por ser considerada altamente peligrosa por aquellos que se hacían llamar humanos pero que la realidad era bien distinta, pues tal y como demostraban sus actos no eran otra cosa que simples salvajes ignorantes que se limitaban a destruir aquello juzgado cómo amenazador por serles desconocido. Al igual que ella muchos otros de su misma especie se encontraban en semejante situación; unos optaban por esconderse, otros por luchar. Con el enemigo cada vez más cerca y sintiendo como las últimas fuerzas la abandonaban, acarició la dulce idea de rendirse para dejar de sufrir, para dejar de padecer. Cuando la resignación la encontró no vino sola pues le acompañaban dos espíritus de ave fénix. Según sus creencias se trataba de uno de los mejores augurios, entonces supo que se proclamaría vencedora.  Con la energía y la fuerza vital recuperada, tan diminuta como era, hizo frente al gigante enemigo sin rastro ya de aquel temor que la hizo dudar de una salida victoriosa. Jamás dejó de luchar, jamás titubeo ante el enemigo.

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