miércoles, 28 de agosto de 2013

Una más del aren


 
Unos ojos del color de la miel seguían sus pasos perdidos por las dunas del desierto. Escudriñar la figura que buscaba entre el  gentío del sequito que la custodiaba se le entornaba ardua tarea. Entonces cuando el sol brillaba en lo más alto del firmamento uno de sus cálidos rayos se derramó sobre unos ropajes dorados y rojizos para alumbrarle el camino a seguir. Era ella.
Un sable desenfundado rompió el aire y un manto de arena se alzó acotando lo que se convirtió en el escenario de una corta batalla. Demasiados hombres para ser vencidos por un tan solo por un escuálido muchacho y sus agallas. Ya de rodillas a sabiendas de no tener salvación una voz familiar y fría le espeluznó cuando su propia hermana ordenó su ejecución. Las riquezas y la vida en palacio consiguió borrar de su memoria que ella era una muchacha humilde que un dia fue robada para convertirse en una ramera más del aren del sultán. Pobre inocente que se atrevió a renegar de su familia viendo correr la sangre de su hermano; ella jamás pudo imaginar que una vez su belleza caducara seria el recuerdo de un despojo ya olvidado sin una vida a la que poder regresar.

2 comentarios:

  1. Vaya historia, a veces no vale la pena preocuparte por aquellos que no lo hacen por si mismos.
    La imagen una preciosidad.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Además Azulina... te das cuenta de que cualquiera te puede traicionar, triste pero es verdad

      Eliminar