Una
llave y tres puertas. Cada una de ellas la conducirán por derroteros muy
distintos. A través de la primera le aseguran que enconará el amor, la segunda
de ellas le permitirá vivir rodeada de riquezas y la tercera y última le
brindará una vida longeva. Tan solo una llave, tan solo una puerta, tan solo
una decisión la separa de lo que se esconde detrás de cada una de ellas. Así,
sentada con la llave que le abrirá la puerta que marcará su vida, medita sobre
tan importante decisión. Indecisa de carácter el tiempo se le agota. Su cabeza
es un hervidero analizando los pros y los contras de cada una de las vidas que
le han sido presentadas. Finalmente, con más dudas que conclusiones claras se
levanta, introduce la llave en la cerradura y sin más preámbulos comienza a
vivir una vida en la que tendrá como compañera constante la duda de que hubiese
pasado si hubiese abierto otra puerta.
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