sábado, 6 de julio de 2013

Lectura de Verano


Un libro de encuadernación rústica llamó poderosamente su atención. Al abrirlo el perfume impregnado en sus páginas venido de otro tiempo se fue a encontrar con el rostro de un niño que a partes iguales sentía alegría y resquemor por el hallazgo. Estando a solas en el rincón de su habitación comenzó a leer por una página cualquier viendo con asombro como a medida que los ecos de una lectura silenciosa se abrían paso en su mente cobraba vida ante sus ojos unas líneas que hasta ese instantes habían permanecido inertes. Así fue como se dibujaron ante él escenas i paisajes que jamás podrían ser alcanzados por un medio distinto a la fértil imaginación propia de un infante. Sin espacio a dudas, aquella tarde de verano fue menos calurosa gracias a esa dulce sensación del calor sofocado en cuanto su piel fue salpicada por el agua salada de un océano de colores poblado de galeras piratas mientras al mismo tiempo sentía la viscosidad de unos enormes tentáculos que se liberaban de las páginas que los aprisionaban buscando libertad, la misma que aquel niño anhelaba hallar entre aquellas páginas escritas por un autor desconocido.

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