La
calidad sensación de sentir que ella tenía el poder no podía compararse ni con
toda la fortuna que ya poseía. Su cerebro se veía estimulado para segregar las
preciadas endorfinas de la felicidad. Se
acabaron los tiempos inciertos en los que lo caminos pendientes de recorrer le escondían
sus secretos para asaltarla en el momento más inesperado con acontecimientos
que la desvían de los planes concienzudamente tejidos, los cuales en cuestión de
segundos quedaban deshilachados por aquello que se conocía como destino.
Caprichoso elemento que la llevaba acompañando toda la vida pues, según le decían
todo ser humano lo tiene ya escrito, mas ella pensaba que poco concienzudo era
su autor pues demasiadas erratas eran las cometidas según su punto de visión.
No, ahora ella tenía el arma para combatirlo, ahora seria ella la que se convirtiera
en asaltante de caminos ajenos para jugar a su antojo, ahora seria ella quien
escribiera su destino.
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