El
hambre los impulsaba a moverse por callejuelas
sin tener un camino definido, tan solo siguiendo una intuición que debería llegarles
si la fortuna les sonreía hasta lguna alama caritativa que les brindara algún despojo
de comida que acallara el crujido de unas tripas vacias desde hacia ya
demasiado tiempo. Las calles desiertas de transeúntes en parte por la tardia
hora, en parte por el frio que azotaba sin compasión. Sus maullidos en medio
del silencio buscaban llamar a la piedad mas muchas eran las puertas que les
eran cerradas temiendo el ataque de unas zarpas que ni fuerzas tenían para
luchar. Así como animales abandonas que eran aceptaron su desdicha acurrucándose
encima de un tejado cualquiera con el hambre ensañándose en su interior y abrigados
por el inmenso manto del cielo se dispusieron a dormir a la intemperie de una
ciudad en la que tan solo eran sombras ignoradas en medio de la vida ajetreada
de los transeúntes que la habitaban.
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