El amargo sabor del adiós se hico patente en el andén número
13 que la conduciría a una nueva vida no deseada, separando unos caminos que se
planificaron unidos, pero una mala jugada del destino dejo sus cartas al
descubierto proclamándose vencedora en una partida en la que jugaba con
ventaja. Un adiós furtivo y una carta reepleta de dulce palabras debería
servirle de consuelo en las venideras noches solitarias. El humo del tren invadió
la vía ocultando así la pena de su mirada mientras su amante deshacía el camino
andado pues su amada se le escapaba.
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