Un crujido sordo doy inicio a lo que siempre supo que tarde o temprano tendría que
suceder. Aquel ser que con tanto esfuerzo había reprimido tras modales de
persona refinada reclamaba la vida que
le fue negada, ansiaba beber la luz del día y mostrarse al mundo tal y como era
sin tener en cuenta los murmullos que su sola presencia provocaría por doquier.
Siempre se había mostrado como una mujer piadosa e indulgente; bonita farsa que
le había hecho ganar las puertas del cielo ante los ojos de aquellos que la creían
conocer. Así su verdadera naturaleza se mostró
convirtiéndose en el antagonismo puro de lo que hasta poco fue. Algunos
temerosos creían ver en ella la obra del diablo mas era la obra del hombre
quién la convirtió en el monstruo egoísta y orgulloso que ahora es.
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