La música
de la fiesta actuó como aliada pues actuó de cómplice de enamorados, brindado
distracción a unos invitados que se dejaban embalsar con facilidad. Sin miradas
indiscretas ni cuchicheos a hurtadillas, dieron rienda suelta a unos
sentimientos reimprimidos más por protocolo que por educación. De sus bocas no salieron
palabras pues estaban ocupadas en ardua labor; un beso robado que dejó
imprentado en los labios el amor procesado entre los dos. Él volvió a la
fiesta, ella se deleitaba con el recuerdo de los que sucedió.
una preciosidad de trabajo, Sara, saludos
ResponderEliminarAzulina, no sabes lo que agradezco tus comentarios de tanto en tanto y sobretodo saber que te gusta lo que hago...eso me anima a seguir con este proyecto recién emprendido.
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