Aquel
rincón era perfecto para dar descanso no solo a unos cuerpos cansados de huir
de una persecución dónde sin saber cómo acabaron convertidos en preas tal que animales
que pronto pasarían a formar parte de un banquete en el que serian plato
principal para satisfacerla el hambre del ego de aquellos que jugaban el papel
de cazador.
Ella
sin fuerzas para continuar, él con el alma en un puño por no poder hacer más
por protegerla. Unos pasos rompiendo una frágil rama delató que sus perseguidores
se hallaban cerca, sus miradas dulces se cruzaron para hallar el uno en el otro
un refugio dónde pasase lo que pasase siempre sus almas se encontrarían ajenas
al tiempo, durante toda la eternidad.
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