El sol radiante se asomaba con timidez por la ventana para
darle unos buenos días que le levantaran el ánimo. Con el corazón aun compungido
por su marcha se atrevió a observar por la ventana aquellas vidas ajenas que seguían
sus caminos completamente ajenos a su dolor. Era triste ver como el mundo seguía
su recorrido sin pararse a tomar aire y mostrar sus condolencias por aquellos
ausentes que se perdieron por el camino. Navegando por pensamientos sin sentido
a punto de caer a la deriva, el recuerdo de su rostro reflejado en la ventana
acudió a rescatarla para que no se ahogara en el mar inmenso de las lágrimas.
Entre ellos el destino ineludible de todo ser. Entre ellos
una distancia insalvable pues ella se encuentra entre aquellos que aún recorren
su destino; él entre aquellos que nada les queda por recorrer.
Sara genial me he quedado boquiabierta por la imagen y el escrito, aplausos y muchos
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Me inclino ante tus aplausos con la cara ruborizada y tus saludos me los guardo con cariño. Gracias por seguir por aquí, me incentivas a mejorar cada día.
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